corre 1815, una tierra joven por aquel entonces..
Ahi va el moreno, "El Negro Manuel"
Su noble y humilde trabajo es vender "pastelitos".
Pero lo hace con orgullo, derrochando simpatía,
siempre cantando.
Con una sonrisa que emana alegría.
Al compás de su tambor,
ofrece su producto con profunda emoción.
Lo acompaña su señora: Simona.
Junto con sus cumpas,
los muchachos de la cumparsa.
La gente pasa a su lado,
el sonríe y se divierte
al compás del tamborileo.
"Señora, Señor -dice con voz gruesa y fuerte entonación-
Yo vendo pastelitos mire que bonitos son,
pa que se deleite con este rico sabor,
Llévelo por solo 5 centavitooo, mi amigo
Ud... si ud señor"
Asi se va la tarde,
la gente va abandonando la plaza mayor
El moreno y su gente deciden terminar con la jornada.
Se van a sus aposentos, pero antes despuntan el vicio;
con los últimos rayos del sol,
la batucada se hace oír
al son de los tambores y del canto.
Euforia y alegría,
percusión con sones de pasión,
baile contagioso,
para despedir el día que se va
En aquella Buenos Aires antigua y colonial...
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