martes, 13 de mayo de 2014

El guerrero errante


El surco del bosque me conduce a una travesía hacia mi lejano pueblo. Por las dudas cuento con mi espada, sino mis conjuros deberán probar, aun así mi corcel puede ser más veloz que cualquier flecha.
En el viaje hay muchas peripecias por superar: frías temperaturas, lobos, bestias, ladrones y bandidos a la vera del camino.

La neblina tiñe de gris el verde del paisaje natural,
A lo lejos las montañas acompañan en la marcha y brillantes arroyos decoran el pasar, cristalizando la escena.
Las fragancias y aromas más diversos se perciben al pasar,
Hay toda clase de flora, espesos matorrales, infinidad de árboles, flores multicolores, animales de todo tipo; venados, ardillas, y tantas otras criaturas.


El día a veces se hace largo. El sol y su luz es poderosa por las mañanas, su fuerza se siente hasta la tarde, al caer la noche trato de cobijarme junto con el fuego, para al alba emprender la marcha.

Mi viaje es un eterno caminar, no tengo tierra, tampoco posesión; solo quiero encontrar algún día el amor. Así poder acabar con mis penas, quizás encuentre mi lugar en esta vida de peregrinación. Un lugar donde atar mi caballo, quitarme esta pesada armadura, dejar las armas, construir el hogar y así podré por fin descansar. Confió que así mi alma encontrará la paz.




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